El Umbral
03/OCT/95
POR DIOS. NO.
NO.
En un mundo de m…, en el que el progreso se mide por uno de los factores menos importantes de todos, veo a mi alrededor y suena el grito de batalla dentro de mi corazón. Mientras tanto, en medio de imágenes sin sentido, siento los movimientos de un baile y la mujer que amo en el centro de atención, en medio de algo maravillosamente sensual y repulsivo.
Sabiendo que tengo 24 años, y que elegí el camino de la Ley y el orden, me veo obligado, en este momento, y para siempre jamás, a cerrar otra vez la única puerta que no puedo volver a abrir, la puerta del pasado. A dejar atrás la sonrisa cálida de una mujer hermosa, y los triunfos de un brazo y una mente poderosas.
La puerta se abre, ante mi, y se que estoy en el Umbral otra vez. Y aunque se hace el nudo en mi garganta al pensar en los horrores del Guardián, se que el deber me exige vencerlo, destrozarlo, y que la única arma que tengo es la Ley.
Soy consciente que los arquetipos deben ser superados, y con el paso del tiempo he ido abandonando lo que me daba fuerza o me hacia feliz. Un guerrero es mas que su espada, y un rey mas que su corona. Hay seres débiles, y seres fuertes; para poder enfrentarme a los enemigos fuertes es necesario que abandone las ventajas y debilidades de mi pasado.
Cuando llegue el momento no habrá tiempo de prepararse mentalmente o de tomar un arma. La acción es propósito destilado, y todo lo que soy debe actuar al unísono para sobrevivir y proteger en la ultima batalla sobre la tierra.
Socorro!
Adiós!
Cruzar la puerta y vencer al Guardián del Umbral.
Es mi deber.
Por la Ley, hasta la muerte!
Alfonso Orozco – Mayo 1999